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El concepto de Open Innovation surge de la mano de Henry Chesbrough profesor de la Universidad Berkeley. Podríamos definirlo de manera simplificada como la combinación del conocimiento interno de las empresas con agentes externos (startups, universidades, grupos de investigación) para el desarrollo de proyectos. Bajo este enfoque, empresas (normalmente grandes empresas y corporaciones) que no tienen en su ADN un componente de innovación, colaboran con Startups y universidades, que son organizaciones mucho más dinámicas y que viven más cerca de la innovación, con el fin de desarrollar proyectos que sean realmente disruptivos. En este modelo las grandes empresas se benefician del conocimiento y el bajo coste que implica colaborar con una  startup y para estas últimas el beneficio se centra en poder implantar sus ideas y productos  en grandes empresas que les dan visibilidad… y proyectos donde el pago está asegurado. ¿A que la idea suena bien? Un WIN TO WIN para grandes empresas y startups! ¿Pero es factible? Para empresas que aun sostienen una cultura Old Fashion, donde se es reticente a dar visibilidad a las iniciativas y proyectos, es difícil de implementar. Pero en organizaciones que han entendido que dar visibilidad, lejos de suponer un peligro versus a sus competidores, representa una oportunidad para conectar con sus clientes/usuarios y reforzar su imagen como empresas innovadoras y abiertas, representa una oportunidad de convertirse en referentes en sus sectores y mercados sin la necesidad de grandes inversiones. Además … ¿a qué CIO o CMO no le gusta ponerse la medalla de la innovación? Autor: Oscar Escudero (@escudero_o)]]>

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